viernes, octubre 01, 2004

Más de Mi

Reading Entonces....
Quedamos en que entraba al Liceo Juan Bosco... Tan re lejos que me fue a tocar!!!
Me levantaban a las 6 de la mañana, salíamos con mi papá caminando hasta Vicuña Mackenna (como 10 cuadras y en invierno eran 20). Allí tomábamos una micro hasta alameda, desde allí el metro hasta República. Como mi padre siempre le gusto andar adelantado, llegaba al colegio a las siete y media de la mañana. Tímidamente comenzaron mis clases en las salas del pabellón antiguo, donde estaban los cursos básicos, era un edificio muy alto, de los orígenes del colegio por allá en el 1900. Como buen colegio marista todas las mañana se hacia la oración a la virgen “María Auxiliadora”. Luego en perfecta fila a la sala de clases eran techos muy altos (cinco metros) Los pupitres tenían la mesa en ángulo y se levantaba para debajo dejar los cuadernos y los libros. El primer día de clases del quinto A entra un señor bajito ancho y pelado, Don Mario Aranda, profesor de castellano y profesor jefe. Parte con una charla sobre las mujeres y anécdotas de los matrimonios, que cuando uno pololea la mujeres cuidadas, siempre maquillada, lindas pestañas; pero luego del matrimonio se deja estar se sacan las pestañas ,pelucas y otros y se muestra en su realidad.... Encontrábamos muy graciosos sus relatos, pero ¿serian autobiográficos? Nunca lo supimos.
Luego entro el profesor de técnicas manuales un señor alto muy flaco canoso, de unos 70 años con un maletín viejísimo de donde sacaba unas reglas y compaces para la pizarra. Yo era bueno para las manualidades pero a este señor se le metío en la cabeza que me la hacían, por tanto un cuatro. Decidí no poner tanto cuidado en su elaboración, para hacerlo mas creíble pero no, lo encontraba mediocre, un cuatro, no quedo otra que la resignación.
En esos días fue cuando conocí a Pablo Carlos y el Leo fueron mis primeros conocidos y que más a delante contare de ellos.
Fueron pasando los cursos y las proezas para llegar a clases, hasta que un buen día papá se compró una citroneta, naranja, bien vistosa. Por consiguiente nos íbamos en auto al colegio y pensamos que nos levantábamos más tarde, pero no igual temprano para alcanzar estacionamiento, pero por lo menos estábamos más a gusto que en una micro.
Me gustaba el colegio, lo pasaba bien aunque siempre fui tímido, tenia buenos amigos, amigos de verdad. Incluso mis padres participaban en cuanta actividad habia.
Llegue a la media, donde a esa altura habían varios niños del barrio en el colegio, incluidos mis hermanos. Esto significaba que debía devolverme a casa con una banda de infantes a mi cuidado, que no era tan complicado. Lo complicado comenzó en la época de las protestas, cruzar la calle con cinco niños en medio de lagrimógenas y chorros de agua era toda una proeza: Recuerdo una vez que salí con estos chicos bajo mis brazos y corrí hasta la puerta del metro donde había un militar con metralleta y me dice que no puedo entrar, yo le digo que si que puedo y el insiste que no, en esa discusión estábamos cuando me apunta con el arma, en vez de asustarme la tome con mi mano la corrí, dije permiso y entre, tras bajar las escaleras me bajo el susto, pero ya estaba en el tren a salvo y con los cinco niños que contaba cada cierto rato.
Las vueltas a la casa eran muy entretenida nos juntábamos como 10 que tomábamos el bus 53 que iba a Puente Alto Nos subíamos todos los que vivíamos en los diferente paraderos de Vicuña. Recuerdo al Fito que era muy pinta monos, compraba los helados panda, los guardaba en los bolsillo y se los llevaba a su mamá.
Al llegar a tercero medio tuve que elegir entre tres áreas; humanista, biólogo o matemático, y obvio me fui por el humanista. Esa ha sido una de las más acertadas elecciones de mi vida. El grupo-curso que se formó era extraordinario éramos muy conocidos en el colegio por nuestro rendimientos y nuestro estilo de clases que implementábamos junto con los profesores. Le dimos mucha dinámica alas clases, reordenamos las bancas en círculos... fuimos conejillos de indias pero ganamos mucho. Tanto así que luego de casi 20 años de egresados nos seguimos juntando periódicamente, somos amigos, conocemos nuestras familias es de verdad un orgullo tener a este grupo de amigos El día de nuestra graduación de la media todos los profesores lloraban, hasta los más duros. Dejamos marca. Incluso hace unos meses fui y me encontré con Agustina Bascur, profesora de castellano y me pregunto por la mayoría de mis compañeros con nombre y apellido, estaba muy emocionada de verme y muy orgullosa de lo que hemos logrado en nuestras vidas. Creo que eso es lo mas importante para un profesor, ver a sus alumnos muy bien ubicados, trabajando en lo que siempre quisimos con los valores que ellos nos entregaron y proyectaron en nosotros.
Amigos, acuérdense de ellos, si puedes visítenlos llámenlos, la sonrisa que veras en sus caras es impagable.

Nos vemos mañana...







1 Comments:

Blogger Roberto Arancibia said...

Donde estará ahora esa citrola. Me la imaginé todo el rato como una gran naranja con ruedas.
Años felices.

12:13 a. m.  

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